Domingo, 04 de noviembre de 2007
Los pequeños hombres de la historia siempre se lucran en tiempos de horror, pero los grandes son los que retan su tiempo y logran con su voz y sentido común, dar a conocer la verdad de los hechos en su basta dimensión.
Por Maureén Maya Sierra
La tragedia del secuestro, sigue siendo lucrativa para quienes logran escapar a él. A la fuga del actual ministro de Relaciones Exteriores, Fernando Araujo, cuya liberación se produjo una vez precluyó un proceso que se seguía en su contra por el caso de Chambacú, sin que haya quedado claro si en efecto se trató de una oportuna y coincidencial fuga o si su familia pagó por el rescate, se suma ahora la milagrosa y manipulada salida del agente Pinchado. Llegó lloroso al batallón militar, poco duró en brazos de su familia, y contó con lágrimas en los ojos como esos terroristas de las FARC lo tenían encadenado, incluso enseñó la cadena rota como símbolo inmortal de liberación, contó acerca de su plan de fuga con Ingrid Betancourt y con Luis Eladio Pérez, la preparación, los alimentos dosificados, y como al final una acalorada disputa entre Betancourt y Pérez, le permitió su huida triunfal sólo, sobreviviendo 17 días en la jungla, sin mayor alimento, pero eso si, fuertemente nutrido por las ansias de libertad, el ideal del alegre reencuentro con los suyos y la protección de ese ser todopoderoso al que le endilgamos todos nuestros pesares. Lloró frente a la televisión, frente al Presidente, frente a todo el país y todo el mundo le creyó. En un principio, aunque no dejaron de escaparse expresiones de extrañeza ante su relato, muchas susurradas casi a ras de lengua, para evitar feroces incriminaciones en defensa del dolor ajeno y su derecho a la manifestación o por evitar señalamientos de amistad o simpatía con el terrorismo.
Ahora se sabe que Pinchado no estuvo 17 días en la selva, sino 4, el resto del tiempo estaba siendo adoctrinado por las Fuerzas Armadas, que fueron alertadas sobre su escape, sabemos que en el sitio señalado por él no se encontró ningún secuestrado, ni cadenas dejadas en un afanoso plan de fuga, pero si se hallaron señales de que un campamento guerrillero se sostuvo allí; sabemos que su vida cambio del cielo a la tierra, -el secuestro cambia la vida de las personas, y su fuga sin duda, también-, y sabemos que gracias a su heroica acción, se ha convertido en el mejor trofeo para el actual gobierno, el nuevo caballito de batalla de Álvaro Uribe para legitimar esa nefasta guerra personal contra la FARC, para defender su tambaleante proceso con las autodefensas, para justificar sus futuras acciones contra toda norma del DIH y la no aplicación de una justicia ejemplar para los políticos y militares asociados al paramilitarismo, empezando por él y su familia, y por eso ahora, Pinchado se convierte en supuesta ficha clave ante una Corte de Columbia en Estados Unidos para vengar su cautiverio acusando a Simón Trinidad de haber participado en el secuestro de los tres norteamericanos, luce un impecable uniforme militar que le queda enorme, recibe millones de pesos por hablar y relatar una y otra vez lo terrible de su experiencia, es enseñado como un simio de laboratorio y hábilmente explotado por el presidente Uribe. Cobra y gana lo que en su vida jamás hubiera soñado recibir. Se da el lujo de poner condiciones a quienes lo desean entrevistar, incluso muchos familiares de otros secuestrados, no han logrado tener acceso a él, pese a que ya han pasado varias semanas desde su liberación.
Rico y famoso; seguramente eso aspira a ser, o quizás cree que ya lo es en razón de la atención por los medios y los políticos prestada, o eso le habrá prometido el gobierno nacional para que despotrique de las FARC y las enseñe al mundo como una agrupación terrorista y criminal, que tiene secuestrados a docenas de civiles y agentes del orden en las espesas selvas bajo un trato similar al que recibían los esclavos en tiempo de la guerra de secesión o quizás peor. Esclavo desde el vientre llama Uribe a Emanuel, el hijo de Clara Rojas, nacido en cautiverio, con fines netamente politiqueros, no se bien entonces como llamará a los hijos de las detenidas en todas esas cientos de cárceles malolientes e infames que hay en todo el país. Le ha resultado rentable el secuestro a Pinchado, y al gobierno su fuga, no hay duda, de no ser por eso, nadie lo conocería hoy, seguramente hubiera sido un soldadito mutilado más, abandonado por el mismo Estado que había jurado defender, uno más victimizado en medio de esta enferma guerra, quizás humillado y corrompido como la gran mayoría, pero hoy gracias a su secuestro, que nadie niega es una experiencia aterradora, infame y ajena a todo principio de humanidad, es una figura destacada en el país, el nuevo peón del presidente Uribe.
Todas estas estrategias de manipulación, Colombia las conoce bien, aunque tengamos que reconocer que Uribe ha sido el campeón. Han sido tantas las formas usadas y por tantos a lo largo de nuestra historia patria, que ya pocos caen en la trampa de vender su posición por un mal representado teatro de solidaridad, humanidad y repudió a lo que dentro del mediatismo virtual nos venden como abyecto mientras se esconden vejámenes peores cometidos por el mismo Estado colombiano.
El mapa político se resquebraja, Uribe juega con nuestra tragedia, se lucra de ella, se sostiene y se inventa mil formas sórdidas para perpetuarse en el poder. Sin embargo, la historia la seguimos escribiendo día a día, desde las comunidades marginadas, desde las voces a punta de plomo y motosierra silenciadas, desde las luchas que con tenacidad y valor asumen las organizaciones sociales, y tengamos la absoluta certeza, que lo que vivimos hoy no pasara desapercibido para la historia del país; que la escriban mañana los esbirros del régimen no garantiza que pasado mañana no se conozca con lujo de detalles toda la verdad y que los responsables de la decadencia y la perpetuación del horror y la impunidad, sean duramente castigados por la historia - ojala por la justicia también-, incluso los títeres adoloridos, que como Pinchado, se la juegan en lo inmediato, en el lucro personal, sin el menor asomo de compromiso y grandeza nacional. Pero claro, es natural, se trata de un soldadito más abandonado en la selva colombiana, de uno más con la vida suspendida durante más de seis años de cautiverio, no se le puede pedir nada superior, pero a la opinión sí. Mucho más.
viernes, 14 de mayo de 2010
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